lunes, 24 de septiembre de 2012

Una propuesta para leer...

Desde 1855 la idea de llevar el tren hasta el campo de Montiel había sido expresada como pieza fundamental para la creación de un pasillo transversal que comunicase las líneas del Mediodía y la del Levante, permitiendo así una correcta vertebración del espacio nacional en general y del manchego en particular. La ley de junio de ese mismo año, que se convirtió en General de los Ferrocarriles españoles (la primera que tuvimos, tan poco propicia como el resto) contemplaba la conformación de los caminos de hierro en una doble vertiente, desde Madrid hacia el Mediodía (pasando por donde actualmente lo hace y tomando Manzanares como nodo de comunicación, puesto que en esta ciudad se desviaba un ramal hacia Ciudad Real y, desde allí, hasta Portugal) y desde la línea de Levante hasta Santa Cruz de Mudela. Pero en este caso, como en otros muchos, el proyecto no pasó de los papeles, y durmió el sueño de los justos.
La llegada a Infantes se prolongaba, pasaban los años y no se hacía nada. Ni siquiera tras el bum de los ferrocarriles españoles (que duró, mutatis mutandis, hasta 1866 (con una segunda oleada de caminos de hierro hacia finales del XIX)) se logró que el campo de Montiel tuviera una comunicación férrea con alguna de las líneas que lo circundaban. Quizá el intento más serio fue el de conectar la ciudad infanteña con el Manzanares-Córdoba, a la altura de Valdepeñas. El proyecto, que contemplaba la prolongación de ese futuro ferrocarril hacia Alcaraz y, desde allí, hasta Albacete, fue declarado de interés general para la nación, y sus 87 kilómetros se consideraron como estratégicos para el futuro de los caminos de hierro españoles. A partir de 1907 se fueron intensificando las tareas para sacar adelante el trayecto, se creó incluso una compañía (la Valdepeñas-Albacete), se emitieron varias acciones para sufragar los gastos de construcción y se comenzó la explanación entre la ciudad del vino y Pozo de la Serna. Pero ahí terminó esta aventura, y aunque vivió episodios de revitalización (como los protagonizados por D. Abelardo Puebla, alcalde de Valdepeñas en los años 20 del siglo pasado) no llegó jamás a verse  realizada.
En 1919 se realizó otro intento para llevar el tren hasta Infantes, recuperando la idea de 1855 de tomar a Santa Cruz como villa de empalme con la línea de Andalucía. El proyecto, completo, elaborado y muy interesante, ha sido estudiado por quien les escribe, y ha sido presentado en el VI congreso internacional de historia ferroviaria, celebrado a principios de septiembre en Vitoria. Lamentablemente no pude asistir debido a unos problemas de índole personal, pero si queréis saber qué ocurrió con ese malogrado trayecto os invito a que leáis la comunicación que redacté, que podéis encontrar en la página Web del congreso: http://www.docutren.com/congreso_vitoria/propuestas/propuesta7.html#7c.9. Si tenéis problemas para descargarla contactar conmigo y yo, solícito, os la reenvío.
Pues nada, os dejo lectura para que os ilustréis, acompañada de un fragmento de los muelles cubiertos que se proyectaron para esta línea férrea. Espero que os guste.



 

1 comentario:

  1. Leeremos amigo Daniel esos documentos y gracias una vez más por ilustrarme en asuntos en los que soy un pobre ignorante. Un abrazo

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